En plena era de la globalización, la academia está llamada a formar profesionales que sean capaces de desenvolverse exitosamente en el mundo del trabajo, y que, al mismo tiempo, sean capaces de seguir aprendiendo a los largo de su vida profesional. Estos dos objetivos principales deben estar sustentados en un currículo cuyos componentes esenciales: objetivos, contenidos, metodología, recursos técnicos, variables organizativas (alumnos, profesores, grupos, espacios, sucesión de actividades y evaluación), estén articulados de manera de facilitar su democratización.
La democratización del currículum implica:
- Adaptar todos los compontes curriculares a los fines propuestos.
- Aplicar principios y procedimientos educativos que garanticen la supremacía de los educandos en el proceso educativo.
- Articular los diversos componentes curriculares en consonancia con la misión institucional.
- Configurar equipos de trabajo, en todos los niveles pertinentes de la institución, como comunidades democráticas de convivencia, y, en consecuencia, de aprendizaje.
- Dosificar el número de asignaturas - en relación a los requerimientos y tendencias actuales - a unas cuantas áreas troncales y comunes para liberar de tiempo y flexibilizar las variables organizativas.
Sin embargo, configurar un currículo universitario democrático es una tarea que importa una alta carga de investigación educativa y reflexión crítica en y desde la praxis, proceso sistemático en el cual ha de observarse participación activa y comprometida de todos los actores principales.
Referencias
-Domínguez, J. (2005, mayo). Democracia y Escuela. Revista Docencia. Número 25, pág. 33. Santiago de Chile: Andros Impresores.
Autor: Fernando Vera. Profesor de Inglés, MA en Investigación Educativa, MA en Gestión Educacional(c).