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Thursday, February 07, 2013

Contexto Actual de la Educación Superior: Grandes Desafíos Institucionales

Resumen
 
En este artículo su autor aborda los desafíos que están enfrentando las Instituciones de Educación Superior (IES) para vincular su referente académico (propuesta curricular) con el referente productivo (requerimientos del mercado), desde el paradigma de la calidad educativa.
 
Palabras claves: calidad, paradigma, desafío, referente, habilidad, transformación
 
En el contexto global, se observa que el mundo ha ingresado en un período de profundas transformaciones económicas, sociales, y políticas que tienen su origen en el surgimiento de un nuevo sistema para la creación de riqueza, que depende fundamentalmente de la creación y aplicación de nuevos conocimientos. En este sentido, es evidente que la fortaleza, prosperidad, y bienestar de una nación, en una economía global del conocimiento, demandan ciudadanos altamente preparados, a través del desarrollo de un sistema robusto de educación superior. Por consiguiente, según plantea Friedman (2005), se requieren instituciones con la capacidad de descubrir nuevos conocimientos, desarrollar aplicaciones innovadoras de estos descubrimientos, y transferirlas en las plazas de mercado, a través de actividades empresariales. Sin embargo, no todas las Instituciones de Educación Superior (IES), y particularmente algunas universidades privadas chilenas, están preparadas para responder con calidad a este nuevo escenario. Y, lo que es más preocupante, algunas tampoco realizan acciones tendientes a promover espacios para la reflexión crítica que posibiliten cambios transformacionales en la educación.
 
Considerando que la mayoría de las universidades chilenas son esencialmente docentes, en el corto plazo, los desafíos institucionales, relativos a la creación de nuevos conocimientos y a su difusión, se ven difíciles de superar sin el establecimiento de políticas de investigación que sustenten los cambios emprendidos. Aún más, las universidades que realizan investigación también se ven enfrentadas a desafíos provenientes de las fuerzas que caracterizan a la economía global: mercados hipercompetitivos, cambios demográficos, creciente diversidad étnica y cultural, nanotecnologías[1], y calidad. Más específicamente, mercados caracterizados por el continuo flujo de conocimientos, capitales, y fuerza de trabajo, donde indefectiblemente se requerirán profesionales formados con valor agregado, con capacidad de aprender a lo largo de toda la vida y con habilidades transferibles a nuevas situaciones y contextos - capacidades que debieran constituir hoy en día una prioridad en los objetivos de calidad de las IES, en general.    
 
Sin embargo, en el ámbito de la educación superior, tanto a nivel nacional como internacional, se observa un serio desequilibrio entre las necesidades educativas y la capacidad de respuesta educacional. En general, las IES se encuentran con dificultades para responder a los nuevos requerimientos socioeducativos y para adaptarse a los nuevos paradigmas de aprendizajes y enfoques organizacionales. En tal sentido, cabe preguntarse, ¿cómo están reaccionando las universidades ante las nuevas exigencias socioeducativas?, ¿se hacen esfuerzos para vincular el referente académico (propuesta curricular) con el referente productivo (requerimientos del mercado)? Por cierto, muchas IES hacen ingentes esfuerzos para allegar fondos que les permitan mejorar la infraestructura, el equipamiento y los recursos para la enseñanza-aprendizaje, aunque, por otra parte, no ocurre lo mismo en materia de políticas de desarrollo y perfeccionamiento docente. 
 
Como es de notar, a gran escala, las inversiones en educación, demandadas por la economía global del conocimiento, están infringiendo fuertes presiones a las economías tanto de regiones desarrolladas como en vías de desarrollo. Los países de este último sector se ven superados por las necesidades educativas de estudiantes de nuevo ingreso, provenientes tanto de poblaciones de jóvenes como de adultos. Claramente, las competencias iniciales, en cada caso, son muy distintas. ¿Qué esfuerzos hacen las IES de menor tamaño, carentes de sistemas de selección estudiantil, para conocer las características de los estudiantes de nuevo ingreso? Por cierto, el conocimiento de las características relacionadas con el perfil de ingreso permiten realizar diversos ajustes curriculares e implementar un conjunto de acciones remediales, según sea el caso. 
 
Por su parte, en las economías desarrolladas de Europa, América, y Asia, las IES afrontan serios problemas para el financiamiento de la educación superior de una población de estudiantes cada vez más numerosa. En muchos casos, esta situación ha llevado a implementar ofertas educativas académicas transfronterizas, a diseñar más programas de postgrado, a rediseñar las metodologías de enseñanza-aprendizaje y a re-evaluar los sistemas de creditaje con la finalidad de agregar valor a los programas ofrecidos y, por tanto, de atraer a más estudiantes a sus aulas. Mirado  desde un enfoque de ajuste a la misión y los propósitos institucionales, todos estos esfuerzos les  permitirían a dichas instituciones seguir cumpliendo cualitativamente con su correspondiente proyecto académico y cuantitativamente con sus planes de crecimiento. En otras palabras, los nuevos requerimientos socioeducativos imponen a las IES un interesante desafío: crecer tanto en su dimensión horizontal (competencia por volumen) como en su dimensión vertical (competencia por prestigio). 
 
Dentro de este contexto global, las IES enfrentan diversos desafíos, entre los cuales se podrían citar los siguientes: 
  • Necesidad de construir convergencia institucional de manera de relevar los aspectos de la misión, visión y propósitos institucionales;
  • Necesidad de tener mayor participación en la educación superior para construir fuerza competitiva, es decir, masificación;
  • Necesidad de contar con sistemas de aseguramiento de la calidad de los programas ofertados para cubrir las nuevas demandas socioeducativas;
  • Capacidad para incrementar la calidad de la docencia y de los servicios asociados para competir en una economía controlada por el conocimiento;
  • Necesidad de implementar adaptaciones curriculares para responder a los nuevos paradigmas de aprendizaje;
  • Capacidad para financiar la educación superior en el contexto de las finanzas públicas para lograr mayor equidad en el ingreso;
  • Necesidad de contar con un sistema diferenciado de educación superior para ayudar a lograr tantos los objetivos de masificación educativa como de la búsqueda de la calidad en educación;
  • Capacidad institucional para rendir cuenta pública (accountability), particularmente en vista de la expansión y el incremento de la educación superior para satisfacer los requerimientos de una economía global del conocimiento.
En este escenario, y especialmente en el ámbito universitario, la evaluación puede considerarse como la estructura nuclear tendiente a promover el mejoramiento continuo en todos los niveles institucionales - incluyendo la docencia, la investigación y los servicios universitarios. En todos estos esfuerzos se evidencia claramente un objetivo común que apunta a asegurar la efectividad y la eficiencia de los diversos procesos. Por tanto, el aseguramiento de la calidad se ha convertido en el principal medio que las IES tienen para afrontar los nuevos escenarios educativos.
 
Al respecto, Brunner y Uribe (2007) precisan que la competencia es intensa pues tanto las universidades estatales como las privadas deben conseguir en el mercado sus clientes, recursos adicionales y su prestigio, puntualizando que las estrategias institucionales de crecimiento, relacionadas con cantidad de vacantes, programas, sedes y aranceles, son reguladas por las fuerzas de la oferta y la demanda.  Son precisamente estos aspectos los que permitirían regular su crecimiento y desarrollo, ya que las IES no son realidades estáticas, sino que evolucionan, en forma permanente, como resultado de la dinámica de la oferta y la demanda. 
 
En efecto, la dinámica del mercado, en la cual las IES han debido ingresar, opera de esa forma, observándose muchas veces una fuerte orientación hacia el crecimiento en la dimensión horizontal (énfasis en la cantidad) más que en la dimensión vertical (énfasis en la calidad). Sin embargo, se estima que las instituciones mejor posicionadas socialmente, conseguirán más estudiantes. Aunque, como ya ha señalado, en el proceso de captación de recursos y de estudiantes, algunas instituciones podrían descuidar el aspecto cualitativo, centrando su crecimiento, muchas veces, en un enfoque de gestión marcadamente cuantitativo sobre el cual conviene reflexionar. 
 
No obstante, si no hay aprendizaje organizacional y no existe una cultura de la calidad, es muy probable que el crecimiento de las IES se manifieste exclusivamente en relación con la dinámica del entorno, el cual se supone es muy competitivo. Entonces, ¿pueden las IES crecer también en términos cualitativos? Por cierto que sí. Pero, este crecimiento está muy vinculado con las funciones que haya definido la institución. Así, por ejemplo, en el caso de las universidades, con fuerte énfasis en la docencia, lo esperable es que el crecimiento tenga un sentido vertical a través del mejoramiento permanente de sus programas, su articulación con programas relacionados y la creación de valor en la formación de pregrado. 
 
La evidencia muestra que, en un contexto mundial de transformaciones, la educación superior necesita asumir nuevas responsabilidades sociales, pues como señalan Altbach y Peterson (2000), las presiones sociales y los requerimientos específicos del mercado laboral demandarán mayor diversificación en los programas de estudio. Esto quiere decir que se exigirán más y mejores ofertas educativas para una población estudiantil cada vez más diversa. Pero, ¿hay conciencia plena de estas necesidades? Al parecer no hay una respuesta taxativa, pues esta dependerá  del tipo de universidad de que se trate. Aunque, desde un enfoque inclusivo, las IES debieran ofrecer igualdad de oportunidades a todos, asumiendo lo que esto implica en materia de responsabilidad social y haciéndose cargo de las dificultades estructurales, económicas y culturales de la institución que pudieran afectar o impedir el desarrollo integral de sus estudiantes.  
 
En general, hay consenso entre los especialistas en que la educación superior debe situarse entre los recursos intelectuales y creativos más importantes existentes hoy en día para abordar los nuevos desafíos que enfrenta la sociedad – incluyendo la sustentabilidad de los recursos naturales y la provisión de servicios educativos para una población muy heterogénea y con nuevas necesidades de aprendizaje. Claramente, esto supone preparar profesionales que respondan a las necesidades del mercado, fortaleciendo, al mismo tiempo, las estructuras sociales para asegurar que las futuras generaciones experimenten una existencia de justicia, equidad, y autorrealización. 
 
En consecuencia, es urgente que las IES organicen sus recursos para elevar su capacidad de respuesta y satisfacer los grandes desafíos sociales de este nuevo siglo, lo cual supone desarrollar mayores capacidades transferenciales, comprometerse más socialmente e inyectar mayores recursos financieros a la educación. Al respecto, es posible distinguir dos responsabilidades fundamentales que la educación superior necesita asumir para asegurar el bienestar social actual: 
  • Formar profesionales con las competencias necesarias para actuar con eficiencia en una economía global, crecientemente competitiva, en la cual las organizaciones empresariales buscan nuevos mercados, una producción más eficiente, y una mano de obra menos costosa; y
  • Acercar la brecha educativa entre los estudiantes que son más aventajados – educativa, cultural, y económicamente – que aquellos que no los son.     
Lo anterior se visualiza como una adecuación de la enseñanza superior al mercado laboral, lo cual constituye un complejo y comprehensivo escenario educativo.  En este sentido, Apodaca y Lobato (1997), sostienen que la diversificación de la oferta educativa postsecundaria trae consigo, entre otros cambios: 
  • Un incremento de complejidad y asiduidad en los procesos de selección curricular;
  • Necesidad de mayor información a los estudiantes;
  • Mayor flexibilidad en los programas de formación;
  • Mayor presencia en la universidad de estudiantes maduros; y
  • Reconocimiento a la experiencia como créditos académicos.
De este modo, el desafío mayor que enfrenta la educación superior en el siglo XXI es optimizar los procesos formativos de manera de responder a las demandas educativas de una población cada vez más diversa que ha de insertarse en un mercado laboral cada vez más complejo. De allí la necesidad de contar con mecanismos de regulación orientados a asegurar la calidad de la enseñanza superior. En tal sentido, como señala el Banco Mundial (2002, p. 19), “los países en desarrollo y transición afrontan el riesgo de ser aún marginados de la economía mundial, debido a que sus sistemas de educación superior no están adecuadamente preparados para capitalizar sobre la base de la creación y uso del conocimiento”. En efecto, el crecimiento económico se encuentra estrechamente relacionado con la modernización de la educación y su adecuación a las nuevas necesidades.  
 
Según Roa (2005), la universidad, como institución autónoma y crítica, debe conocer las necesidades, los movimientos sociales, las demandas del mercado laboral y los estilos imperantes de interacción y desarrollo de contextos internacionales. En otras palabras, la universidad está llamada a adaptarse a las nuevas tendencias de la economía del conocimiento - como factor determinante del estándar de vida actual -, relevando el rol que está jugando como promotora de la transformación económica en los nuevos escenarios globales.
 
Como resultado de los cambios estructurales en la producción y en la legitimización del conocimiento, se observa que actualmente el rol de la universidad está transitando hacia un escenario de nuevos desafíos que surgen de una sociedad global basada en el conocimiento. Así, a nivel mundial, se ha llegado a reconocer la importancia de la educación, y en especial de  la educación superior, como una industria del futuro, constituyendo, a su vez, un pilar básico para la existencia humana. A decir de Malagón (2005),no hay límites ni espacios en donde la educación no fluya” (p. 148).  Con esto se quiere decir que la educación está presente en todas las etapas de la vida. Por tanto, existe consenso en que las nuevas tendencias que se observan en la producción y en el consumo de conocimiento, están teniendo un fuerte impacto en las tradicionales instituciones del conocimiento como las universidades. 
 
De acuerdo a Tedesco (2007), hoy el tema transita, principalmente, por la tensión entre la lógica de los intereses generales y la lógica de los intereses particulares en la producción y distribución del conocimiento. Así, el surgimiento de la economía del conocimiento, entendida como la mezcla de productos comerciales y productos de conocimiento, creados, diseminados e intercambiados libremente, ha gatillado cambios transformacionales en la educación superior, especialmente en las universidades, en relación con el rol que les cabe jugar en materia de desarrollo nacional y regional, protección de los derechos sociales, diseminación de conocimientos y procesos de innovación.  
 
Pero, ¿por qué los conocimientos han asumido tanto significado en el contexto actual de la economía mundial? La respuesta es simple. Porque nuestra sociedad es cada día más compleja y porque tiene nuevas exigencias que las industrias básicas no pueden suplir. Así, el conocimiento y la innovación, que se fomentan en la educación superior, son la fuente para satisfacer estas nuevas demandas. En consecuencia, se puede señalar que: 
  • La educación superior es importante para las actividades de investigación, las que, a su vez, crean conocimiento;
  • La educación superior crea capital humano, el cual afecta directamente la acumulación de conocimientos y, por consiguiente, el crecimiento de la productividad.   
Como es de notar, la idea legitimadora de la educación superior pareciera estar cambiando. Hoy resulta cada vez más evidente de que se la visualiza como un sub-sistema de la economía, considerada, según Aponte (2004), como una industria, más que como una institución social. Esto ha llevado al surgimiento de un nuevo estilo de gestión académica, creándose nuevas culturas organizacionales y prioridades profesionales. En este sentido, se estima que la influencia del medio laboral está jugando un rol clave en la reformulación de los propósitos de la educación superior de este nuevo milenio. De hecho, las universidades están enfrentando la necesidad de rediseñar o re-ajustar sus carreras y/o programas para dar respuesta a las nuevas demandas de la sociedad del conocimiento. Precisamente, una justificación para la introducción de competencias en el currículum universitario ha sido la brecha existente entre las competencias requeridas por los empleadores y aquellas desarrolladas por las universidades. 
 
Ante este nuevo escenario, las IES y, específicamente, el sector universitario, han venido modificando sus roles de actuación como se indica a continuación:  
  • Han ingresado a consorcios de educación superior, a nivel regional e internacional;
  • Se han sumado a diversas formas de educación transnacional;  Han incorporado iniciativas de aula virtual;
  • Han creado alianzas estratégicas con la industria; y
  • Han decidido ingresar voluntariamente a procesos de acreditación a nivel nacional, regional y/o internacional.          
Lo anterior en respuesta a la necesidad de satisfacer los requerimientos que se observan en un mercado en constante cambio. En este nuevo escenario universitario, como señalan Brunner y Uribe (2007), “es la propia concepción de universidad la que se ve desafiada por estas transformaciones” (p. 10). En efecto, es difícil imaginar que las universidades no cambien de manera significativa o quizás radical en las próximas décadas. Al respecto, Vera (2010), señala que las IES necesitan desarrollar estrategias institucionales que les permitan adaptarse mejor al mercado. Dicha adaptación podría interpretarse como la capacidad de las IES de reformular sus proyectos educativos, introduciendo enfoques de flexibilidad que les permitan construir más puentes entre el ámbito académico y el sector productivo. 
 
En síntesis, el contexto actual reclama una educación superior que sea capaz de desarrollar propuestas educativas dentro un horizonte de cambios sociales y económicos permanentes. En este nuevo escenario, las IES no pueden seguir sustentando carreras profesionales desde un enfoque terminal. Muy por el contrario, necesitan flexibilizar todo su quehacer institucional y crear valor en los profesionales que forman en sus aulas. Por tanto, el principal desafío para la educación superior de los próximos veinte años es ofrecer recursos intelectuales y prácticos que se adapten a un mundo cada vez más impredecible. 
 
Referencias Bibliográficas
 
Altbach, Ph. y Peterson, P. (2000). Educación Superior en el Siglo XXI. Desafío Global y Respuesta Nacional. 1° Edición. Buenos Aires: Editorial Biblos.
Aponte, E. (2004). Comercialización, internacionalización y surgimiento de la “Industria” de Educación Superior” en los Estados Unidos y Puerto Rico. Documento de trabajo presentado en el Seminario Regional “La Educación Transnacional: Nuevos retos en un mundo global”. IESALC/UNESCO, Caracas, Venezuela 7- 8 de junio de 2004. Recuperado el 17 de octubre de 2010, de: http://firgoa.usc.es/drupal/files/PuertoRico.pdf
Banco Mundial (2002). Constructing Knowledge Societies: New Challenges for Tertiary Education. Washington, D.C.
Brunner, J. J. y Uribe, D. (2007). Mercados Universitarios: El Nuevo Escenario de la Educación Superior. 1° Edición. Santiago-Chile: Universidad Diego Portales.
Friedman, Th. (2005) The World is Flat. A Brief History of the Twenty. Nueva York: First Century. Ferrar, Straus and Giroux.
Malagón, L. (2005). Universidad y Sociedad. Pertinencia y Educación Superior. Primera Edición. Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio.
Opadaca, P. y Lobato, C. (1997). Calidad en la Universidad: Orientación y Evaluación. 1ra. Edición. Barcelona: Laertes, S. A. de Ediciones.
Roa, A. (2005). Hacia un Modelo de Aseguramiento de la Calidad en la Educación Superior en Colombia: Estándares Básicos y Acreditación de Excelencia. Recuperado el 9 de diciembre de 2010, de: http://seminario18octubre.blogspot.com/2005/09/hacia-un-modelo-de-aseguramiento-de-la.html
Tedesco, J. C. (2007). Educar en la Sociedad del Conocimiento. 6° Edición. Buenos Aires: ondo de Cultura Económica.
Vera, F. (2010). La investigación de Mercado: una Herramienta para las Instituciones Educativas Inteligentes. Recuperado el 10 de noviembre de 2010, de: http://trabajosfernandovera.blogspot.com/2010_02_01_archive.html

 

[1] Concepto que se aplica al estudio, diseño, creación, síntesis, manipulación y aplicación de materiales, aparatos y sistemas funcionales a través del control de la materia a nano (pequeña) escala.

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