Es fácil
formarse una idea general del concepto de Aprendices del Nuevo Milenio (ANM). Sin
embargo, no resulta tan fácil advertir sus implicancias educativas. Según Pedró
(2006), estos aprendices son quienes nacieron a partir
de los 80 y que han crecido en un contexto donde la tecnología se ha integrado a sus vidas. En este sentido, se piensa que los ANMs son diestros
con el computador, creativos con la tecnología y, particularmente competentes
en un mundo en donde las conexiones y el aprendizaje ubicuo se dan por sentado.
Pero, ¿qué entendemos por aprendizaje ubicuo?
Según la Real Academia Española (1992), “ubicuo”
significa que “está presente a un mismo tiempo, en todas partes” (p. 2043).
Ahora bien, aplicado a la era digital, el aprendizaje ubicuo se refiere a un
modelo de aprendizaje en donde el estudiante interactúa con la tecnología, como
parte de sus actividades diarias.
Esta
modalidad de aprendizaje, que implica conexiones tecnológicas ubicuas, presenta
las siguientes características:
- Permanencia: Los recursos (formativos y generales) están siempre disponibles;
- Accesibilidad: Se puede acceder a los recursos desde cualquier parte;
- Inmediatez: El acceso a los recursos es de forma inmediata. También se refiere al contacto inmediato con el otro, especialmente en comunicaciones en vivo;
- Interactividad: Se promueve la interacción a través de comunicaciones asíncronas (foros, blogs) y síncronas (chats, video conferencia);
- Aprendizaje situado: Referido a las experiencias de aprendizaje en contexto; y
- Adaptabilidad: Obtención de información precisa en el lugar preciso. También se refiere a la capacidad de los aprendices de adaptarse a nuevos contextos y situaciones.
Como vemos,
la principal premisa del aprendizaje ubicuo se relaciona con el aprendizaje situado, es decir, aquel que ocurre en el contexto de las actividades de la
vida diaria. Podemos pensarlo como el proceso de enseñanza-aprendizaje que
releva los aspectos prácticos que contribuyen a una formación efectiva para el
mundo del trabajo (Vera, 2013). Otra premisa pedagógica es el aprendizaje
colaborativo, basado en el trabajo en equipo y la gestión del conocimiento. Sin
embargo, este tipo de aprendizaje requiere ante todo que el aprendiz tenga
ciertas habilidades sociales, en donde el uso del lenguaje para una
comunicación efectiva, es fundamental.
En el ámbito
educativo, esta variable normalmente se evidencia como descendida en ambos
agentes del proceso (docente/discente). Basta con realizar un análisis de
contenido de los intercambios que se hacen en programas formativos e-learning, en nuestro país, que emplean foros o chats como recursos interactivos. Por
lo general, este aspecto de la comunicación uno
a uno o uno a varios, que es la
riqueza de la interacción, no fluye como debiera. Lo que sí se evidencia es el posteo de opiniones personales y/o copy & paste de artículos de terceros,
que pudiéramos interpretar como necesidad de dar mero cumplimiento académico a
los requerimientos de los referidos programas. Al respecto, podríamos
argumentar que, desde la estrategia del estudiante, se trataría de un
aprendizaje más bien pasivo, pues dichas acciones no permiten involucrarse en la
discusión, que normalmente se pretende gatillar a través de las preguntas que
plantean los tutores, pero, quienes, en muchos casos, no intervienen con la
debida frecuencia para moderar u orientar las intervenciones.
Adicionalmente,
en relación con la educación superior, un estudio señala que los estudiantes de
pregrado de países de la OECD, que bordean los 18 años, presentan las tasas más
altas de uso de Internet en comparación con los egresados o postgraduados (OECD/CERI,
2009). En este sentido, conviene precisar que, en nuestro país, existe una primera brecha
digital, relacionada con el acceso a la tecnología que, a su vez, se vincula
con el impacto del estrato socioeconómico del cual provienen estos grupos. Aunque el
acceso digital también afecta el dominio tecnológico de ambos actores, la
brecha más preocupante es, a mi juicio, aquella relacionada con la gestión del
conocimiento, entendida como la habilidad de compartir activamente conocimientos
y experiencias con los demás, para así promover el aprendizaje
individual, colectivo y organizacional. Lamentablemente, esta brecha es la más difícil de superar en el corto plazo, pues remite más bien a un tema cultural.
Uso del lenguaje en comunidades
digitales
En relación
con la comunicación en mi artículo “Análisis de los Contextos Mediatizados desde la Teoría de la Acción Comunicativa” hago
una crítica al uso educativo de la tecnología, desde la perspectiva de la
acción comunicativa. Al respecto, un estudio sobre el comportamiento de los adolescentes norteamericanos en redes sociales, indica que, en general, los chicos califican a estas instancias como espacios amables. Sin embargo, el 19% experimenta acciones de bullying tanto online como offline (Lenhart et al., 2011). En Chile, el tema parece ser más crítico, pues se informa que el 88% de los adolescentes ha sido testigo de bullying en las redes sociales. Sin embargo, este tipo de comportamiento podría evidenciarse como más moderado en espacios digitales educativos. Como sea, estimo que debemos prestarle la debida atención a este aspecto comunicativo.
En este contexto mediatizado se necesitan educadores
que le den un nuevo impulso a la educación basada en tecnología, con énfasis en
los aprendizajes y bajo un paradigma lingüístico, que permita la transacción cooperativa de los
contenidos curriculares (Vera, 2009). Es más, al revisar los intercambios que
hacen los chicos, en foros y chats,
se observa que hacen uso de un lenguaje simple, muchas veces carente de sustento teórico-práctico,
y, en ocasiones, con una intencionalidad negativa, que no contribuye a que se
genere una interacción afectiva y efectiva. También se evidencia que emplean el lenguaje sin
el debido protocolo para cautelar la sana convivencia al interior de las comunidades.
Así, es fácil constatar que la falta de saludos y despedidas, el presentarse a sí mismo, el llamar a
todos por su nombre, el respeto por las opiniones, etc., son
acciones comunicativas que podrían minar el propósito de las actividades síncronas y
asíncronas, con fines educativos. Por tanto, advierto una fuerte necesidad de
ayudar a modalizar el lenguaje de todos los miembros de una comunidad, a través
de una acción educativa ejemplificadora.
Lo paradójico, sin embargo, es que algunos o muchos docentes podrían
encontrarse con serias dificultades a la hora de modalizar su propio lenguaje y
ayudar a modalizar el de los demás.
Necesidades emergentes
Desde mi
observación, creo que, en materia de comunidades digitales, debe responderse,
de manera cualitativa, a las siguientes necesidades:
- Clarificación de los materiales habilitados;
- Amistocidad de los recursos tecnológicos disponibles;
- Promoción del aprendizaje a través de la escucha al otro (leer posteos y comentarlos);
- Revisión previa de contenidos (para sustentar opiniones);
- Fomento a la comunicación uno a uno y uno a varios; y
- Mayor intervención de parte de los tutores (para animar a la comunidad a participar)
Como verán,
algunas de estas necesidades se relacionan directamente con la intervención
pedagógica. Es precisamente este aspecto el que se observa descendido en muchos
programas e-learning y que está
estrechamente ligado con la segunda brecha digital, es decir, la gestión del
conocimiento. Claramente, los docentes tenemos un gran desafío en términos de
integración curricular, que, a mi entender, no pasa precisamente por la falta de competencia
digital. La discusión, estimo, debe darse reflexionando desde las racionalidades curriculares, relevando la racionalidad práctica y crítica, y más precisamente, en torno a cómo superar la segunda brecha
digital, que es clave para desempeñarse sistémica y eficientemente en esta exigente sociedad del conocimiento.
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Referencias Bibliográficas
Lenhart, A., Madden, M., Smith, A., Purcell, K. y Zickuhr, K. (2011). Teens, Kindness and Cruelty on Social Networks. How Americans teens navigates the new world of “digital citizenship”. Pew Research Center’s Internet & American Life Proyect. Recuperado el 15 de marzo de:
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OECD/CERI
(2009). New Millenium Learners in Higher Education: Evidence and Policy
Implications. Recuperado el 15 de marzo de 2013, de: http://static.ow.ly/docs/NML-in-Higher-Education_5n0.pdf
Pedró, F. (2006). The
new millennium learners. Challenging our Views on ICT and Learning http://www.oecd.org/edu/ceri/38358359.pdf
Real
Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Primera Edicción.
Madrid: Editorial Espasa Calpe, S.A.
Vera, F.
(2009). Análisis de los Contextos Mediatizados desde la Teoría de la Acción
Comunicativa. Nodo Educativo. Chile: Universidad
Tecnológica Metropolitana. Recuperado el 16 de marzo de 2013, de: http://www.utemvirtual.cl/nodoeducativo/wp-content/uploads/2009/03/fvera_3.pdf