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Sunday, February 26, 2017

Sostenibilidad: Un llamamiento a la acción

La gran preocupación que existe hoy por el impacto que los seremos humanos estamos teniendo sobre el planeta y las implicaciones de ello para las futuras generaciones, ha llevado a muchos a destacar el rol clave que juega la educación superior para a ayudar a la humanidad a transitar hacia un futuro caracterizado por la capacidad de satisfacer las necesidades del presente, sin impedir que las futuras generaciones tengan la misma capacidad de satisfacer sus propias necesidades. En los últimos veinte años, muchos activistas y algunos académicos han estado explorando e investigando el mega tema de la sostenibilidad. Otros académicos nos hemos dado cuenta algo tarde, pero hemos emprendido rápidas acciones de cambio. Ello se refleja claramente en nuestro lenguaje, en nuestros estilos de clase (más participativas e interactivas), en la forma de trabajar (enfoque más sistémico y multidisciplinar), en nuestra forma de pensar (abierta al cambio transformacional) y, en general, en la manera que tenemos de ver e interpretar la realidad y conectarnos con el mundo. Desde esta perspectiva, el gran desafío que enfrenta la educación, en todos sus niveles, es su capacidad de educar a las nuevas generaciones de estudiantes, de manera diametralmente distinta.
En este contexto, varias universidades chilenas han estado realizando ingentes esfuerzos por ofertar cursos y programas de especialización en temáticas relacionadas con la sostenibilidad, mientras otras han integrado el tema a través de asignaturas ad hoc. Como resultado, podríamos advertir algunas dificultades curriculares. En el primer caso, dichos programas están orientados especialmente a profesionales con formación ingenieril. En el segundo caso, se estima que se necesitaría identificar los resultados de aprendizaje que se esperan obtener de una asignatura instalada transversalmente en el currículo. Como es de advertir, el tema curricular se ve algo complejo. En mi opinión, no se trata meramente de incorporar una actividad curricular relacionada con la sustentabilidad, ya que, sólo se estaría sumando más conocimientos, los cuales, no permitirían cambiar la forma de ver la realidad y actuar sobre ella, de manera responsable. Adicionalmente, dicho enfoque no haría más que fomentar el asentamiento de silos funcionales, los cuales, como sabemos, riñen totalmente con el enfoque de trabajo multi y transdisciplinar que nos exige el paradigma de la sustentabilidad.
Aparentemente, el problema fundamental para las Instituciones de Educación Superior (IES) está en que el currículo actual, incluyendo aquel con algún componente relacionado con la sostenibilidad, no ha sido diseñado para abordar cómo configurar un mundo sustentable. Es más, la mayor parte del currículo chileno entrega conocimientos disciplinares fragmentarios, los cuales, a mi juicio, no permiten a los futuros profesionales trabajar efectivamente con otros, ni menos abordar los problemas de la vida real, desde la mirada tridimensional de la sostenibilidad De hecho, el currículo, independientemente de la materia que cubra, debería exponer  a los estudiantes a actividades basadas en el pensamiento sistémico y holístico. Claramente, la práctica experiencial permitiría aplicar la misma forma de pensar a otros contextos y situaciones.
Como muestra de cambio transformacional, a continuación, comparto algunas acciones que las universidades y otras IES podrían implementar:
  • Desarrollar talleres de sensibilización sobre el significado y las implicaciones teóricas y prácticas de sostenibilidad.
  • Revisar todos sus artefactos institucionales (visión, misión, proyecto de desarrollo estratégico, modelo educativo, etc.), con un discurso alineado con la sostenibilidad
  • Reconocer las oportunidades de desarrollo de algunos de los académicos, abriendo instancias para que ellos compartan generosamente sus nuevos aprendizajes y prácticas sostenibles;
  • Crear contenido curricular relacionado con historias y experiencias exitosas relacionadas con la sostenibilidad con la participación activa de equipos multidisciplinares;
  • Fomentar las conversaciones críticas sobre problemáticas sociales, económicas y medioambientales, de manera de ir instando la toma de conciencia sobre el tema en la memoria colectiva; y
  • Realizar un análisis profundo de los stakeholders (alianzas sociales o socios estratégicos), que posibilitan el funcionamiento sustentable del quehacer de las IES.
Finalmente, el llamamiento es a la acción, ya que nos faltan espacios para seguir conversando y compartiendo puntos de vista, aprendizajes y experiencias entre profesionales, que hemos iniciado o entre aquellos que van a iniciar este largo camino hacia el cambio transformacional. Por tanto, son bienvenidas preguntas críticas, comentarios constructivos y experiencias prácticas, que nos ayuden llevar este nuevo paradigma a la acción.

¿Por qué la flexibilidad laboral es una medida sustentable?

No es ninguna sorpresa observar que, en muchas partes del mundo, la tendencia sustentable en el trabajo es hacia la flexibilidad laboral. Por cierto, llegar a una oficina y sentarse frente al mismo escritorio de todos lo días, donde colocamos el notebook que llevamos siempre con nosotros, no resiste ningún análisis en materia de productividad: perdemos horas en desplazarnos de un punto a otro e incluso de una ciudad a otra, nos agotamos y nos estresamos innecesariamente por la congestión vehicular de la ciudad. Este escenario parece no ser sustentable, ¿verdad? Aún más, en muchos contextos laborales chilenos, el tema de la sustentabilidad se trataría más de una bonita declaración de buenas intenciones que de un efectivo llamamiento a la acción. A la inversa, la flexibilidad laboral, en los casos en que ésta sea implementada, constituye una decisión sustentable porque permite medir y evaluar el desempeño laboral desde principios sociales, económicos y medioambientales, y no desde la mera evaluación cuantitativa (cumplimiento de horario o control horario), que es la forma que tienen algunas empresas lucrativas y no lucrativas para valorar el desempeño de sus empleados ¡Craso error!
Siguiendo esta misma línea de análisis, la fuerza laboral de hoy parecería preferir un horario flexible, que le permita optimizar su gestión de trabajo y mejorar su calidad de vida, en su conjunto. A modo de ejemplo, un reciente estudio de Citrix señala que el 71% de las personas prefería dejar su modo actual de trabajo por una forma remota. Por su parte, un estudio de FlexJobs indica que  de un universo de 3.100 profesionales, sólo el 7% señala que la oficina es su lugar preferido para ser más productivo. Otro resultado del mismo estudio indica que el 65% de los empleados piensa que sería más productivo con el teletrabajo que trabajando en la oficina tradicional.  Entonces, cuando hablamos de flexibilidad laboral, ¿acaso no estamos implicando una genuina aspiración de mejoramiento de nuestro bienestar general? Es más, muchos profesionales preferimos trabajar en esquemas de horario flexible para así controlar mejor nuestro trabajo y nuestra vida personal. Ahora bien, desde una perspectiva sustentable, el horario rígido de ocho horas y la sobre-supervisión es indiscutiblemente un mal negocio para todos, pues este modelo tradicional de trabajo no garantiza necesariamente un alta productividad, ni menos la realización personal, que todos buscamos. Así lo demuestran diversas investigaciones en la materia, las cuales concluyen que la rigidez laboral es altamente  peligrosa para la salud, debido que ésta podría gatillar las así llamadas 'enfermedades ocupacionales', de carácter no sólo fisiológico, sino que principalmente psicosocial.
Sin lugar a dudas, cuando nuestra salud mental mejora, así también lo hará nuestra moral. Por tanto, cuando tenemos mayor espacio y tiempo para distraernos de las actividades rutinarias de la oficina, podemos realizar otras actividades, tales como, pasar más tiempo con nuestra familia, dormir más y mejor e incluso seguir estudiando. De hecho, cuando nos re-oxigenamos, desarrollándonos en otras actividades, llegamos lejos más felices a nuestro trabajo y, consecuentemente, nos comprometemos y producimos más. Adicionalmente, la costo-efectividad suma para ambas partes: la empresa genera ahorros de toda índole y los empleados también.
Pero, aunque algunas empresas chilenas han diseñado e implementado modelos de flexibilidad laboral efectivos (por ejemplo, part-time y teletrabajo) y, además declaran a la sustentabilidad como un principio institucional, desde en análisis critico, esto parece no ser suficiente. En primer lugar, estimo que las empresas necesitan personalizar sus programas de horario flexible  de manera de satisfacer las necesidades particulares de sus empleados y, en segundo lugar, es necesario que dichos modelos sean totalmente apoyados por la alta dirección. En la práctica, esto significa que las empresas deberían promover una cultura de la auto-gestión, con un esquema de trabajo por objetivos y con métricas claramente definidas para su seguimiento y evaluación. Indudablemente, este enfoque más sustentable del trabajo podría ser beneficioso para ambas partes, mejorando así la satisfacción laboral, reduciendo el ausentismo, aumentando el compromiso y reduciendo notoriamente la rotación de personal.
Finalmente y desde una perspectiva sustentable, comparto algunas preguntas que podrían servir para evaluar un eventual esquema de trabajo con horario flexible:
  • ¿Cómo podría la flexibilidad laboral mejorar su productividad como profesional?
  • ¿Cuáles son los ahorros que generaría su empresa y usted a partir de un modelo de trabajo flexible?
  • ¿Es usted un profesional autodirigido, que se siente cómodo trabajando sin supervisión directa?
  • ¿Cuándo usted se vuelve más creativo/a? ¿Con mayor o menor supervisión?
  • ¿Es la creatividad valorada por su organización?
  • ¿Cree usted que su calidad de vida mejoraría con un esquema de trabajo flexible?
En síntesis, todo indicaría que no existen reglas estandarizadas para la flexibilidad laboral, ya que la tendencia generalmente parece centrarse en la negociación individual, considerando las necesidades de desarrollo de cada persona, las cuales podrían diferir de las de otros. Así, si un empleado o colaborador desea adscribirse a este sistema de trabajo, él o ella debería presentar una propuesta individual y asegurarse de que su empleador entienda muy bien sus razones, las cuales, a mi juicio, simplemente debería basarlas en la declaración de sustentabilidad de la propia organización, poniendo el énfasis en el compromiso, la productividad y la felicidad en el trabajo, vale decir, relevando el 'llamamiento a la acción'. 

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