Blog Archive

Saturday, April 22, 2017

Los líderes no se quejan. Toman acciones.

A nivel contextual, todo parece indicar que nos hemos convertido en un país de gente quejumbrosa, con una actitud irresponsable y destructiva ante los problemas y el futuro sostenible, construyendo mitos, levantando pliegos de peticiones, reaccionando, exigiendo que los demás actúen, etc. Sólo basta con mirar nuestro micro y meso entorno para darnos cuenta de esta desalentadora y triste realidad. A la inversa, los líderes son personas que se expresan por sobre ese nivel discursivo, actuando de manera constructiva y modelando con un relato esperanzador y transformador. Es más, se trata de personas que siempre están trabajando y perfeccionándose para orientarse a la acción y solución. Me pregunto, ¿pueden las personas quejumbrosas ser felices y liderar a los demás? Ante la contundente evidencia, parecería que no, pues las quejas develan que quienes las emiten no han alcanzado su nivel máximo en la pirámide de necesidades de Maslow, ¿no les parece?
Pero, ¿por qué la gente se queja?  En el ámbito laboral, las personas generalmente se quejan por  alguna razón, incluso si no son conscientes de esa razón. Por ejemplo, hay quienes se quejan para ocultar algún mal desempeño, alguna mala decisión o simplemente para desentenderse de una mala evaluación. Se trata de sujetos con baja capacidad de autorregulación y que temen a cometer errores, pues no ven en esta condición humana una oportunidad para mejorar. Lo triste es que las personas que se quejan todo el tiempo, nunca alcanzarán todos sus objetivos. Pero, es más triste aún, si se trata de personas que tienen responsabilidades ante muchas otras más. Por cierto, me estoy refiriendo expresamente a las personas sin capacidad de liderazgo y que deben trabajar con colectivos humanos a quienes necesitan transformar. Siguiendo a Will Bowen, autor del libro "A complaint free world" ("Un mundo libre de quejas"), él afirma que hoy la gente se queja de todo y que muchos se focalizan en lo negativo, cuando sería mucho más entretenido centrarse en lo positivo, en las cosas buenas de la vida. Adicionalmente, Bowen (2013) plantea que las personas se quejan por varias razones, entre ellas, para ...
  • conseguir atención;
  • desligarse de responsabilidades;
  • inspirar envidia; 
  • tener poder sobre los demás (en lugar de poder con los demás); y
  • excusarse por un desempeño mediocre.
 ¿No les parece lo anterior un lugar común? Aunque, en el contexto chileno, yo apostaría a que muchos se quejan simplemente para excusarse por un desempeño mediocre. Ahora bien, si observamos nuestro entorno laboral, estoy seguro que identificaremos fácilmente algunas de estas razones en las personas que conocemos o con quienes trabajamos. Por otra parte, numerosos estudios sostienen que muchos se quejan para incitar al cambio de lealtades y otros que las quejas generan bajas en la creatividad y productividad. Como sea, todo indicaría que se trata definitivamente de una mala práctica instalada en profesionales del mundo subdesarrollado e incluso en vías de desarrollo.
Ciertamente, lo anterior parece no ser la forma de construir una cultura del trabajo colaborativo, de mejorar, de manera incremental, al puro estilo japonés (kaizen), de liderar con el ejemplo, como dice Angela Merkel, de poner la Quinta Disciplina en la práctica, como plantea Peter Senge, ni menos de contribuir efectivamente al logro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que hoy en día nos están movilizando a tantos. Aquí el antiguo adagio “mientras más das, más consigues” parece materializarse de manera evidente en la sociedad moderna. Pero, para lograr este objetivo, los líderes o las personas que desean serlo necesitan impregnar una alta cuota de 'debida diligencia' en sus actuaciones (evaluar los impactos de sus comportamientos). Es más, uno observa que los profesionales efectivos nunca se quejan, pues trabajan duro, se sacrifican, se autoimponen metas,  se autogestionan y buscan soluciones, sin dañar nunca a los demás. A la inversa, creo que los sujetos quejumbrosos nunca podrían llegar a ser profesionales focalizados o disciplinados, ni menos transformarse en líderes, ya que las quejas son obstaculizadoras per se del cambio, el éxito y la felicidad. Además, como yo lo veo, se trataría de personas incapaces de ponderar las consecuencias de sus acciones, ya que la ponderación es una de las tantas métricas con las cuales se mide el liderazgo.  
Es muy simple identificar a unos y a otros. Mientras los quejumbrosos quedan aprisionados en su zona de confort, sin lograr desarrollarse, los líderes exploran su zona de riesgo, tomando acciones, creciendo y llegando a soluciones efectivas. Evidentemente, un futuro sostenible, como el que se plantea en los 17 ODS, no se construye con quejas, sino esencialmente con acciones. En otras palabras, con visión, que es el comportamiento esperable y observable en todas las actuaciones de las personas con capacidad de liderazgo positivo.
En síntesis, y desde mi modesto punto de vista, creo que el cambio transformacional, que es el núcleo de la sostenibilidad, no es posible con personas que llevan a cuestas una mochila cargada de quejas y perspectivas pesimistas de la realidad. Así, definitivamente, no es posible escalar hacia un futuro mejor y sostenible, que es el gran desafío que nos impone la Agenda 2030 de la ONU. Pero, siendo las quejas el resultado de nuestros actos, como dice Pablo Neruda y también una prueba para ganar, como el mismo Neruda plantea, ¿no creen ustedes que primero debemos reflexionar, transformarnos, transformar y actuar?

Congreso Internacional de Tecnología, Aprendizaje y Educación - CITAE 2021

  En un escenario de grandes transformaciones globales, te invitamos a participar en el  Primer Congreso Internacional de Tecnología, Aprend...