|
Universidad de Porto, gran escenario para VIII Congreso Internacional de Educación y Aprendizaje |
El escenario
global para la internacionalización de la educación superior está ofreciendo
enormes oportunidades para el desarrollo académico de Latino américa,
incluyendo movilidad estudiantil y docente, expansión de campus, doble
titulación y diversos joint-ventures. Hoy, más que nunca, el
conocimiento es internacional y ubicuo. Así lo he podido constatar como expositor en reciente VIII Jornadas de Innovación Docente, Universidad San Jorge (USJ) en Zaragoza, España y, sin duda, veré ratificada esta realidad como expositor en Congreso Internacional de Educación y Aprendizaje, Universidad de Porto (U. Porto), Portugal. Como resultado, uno observa un giro
fundamental en los procesos de internacionalización de la educación superior,
que demanda repensar los proyectos universitarios y, específicamente, la praxis docente.
|
Compartiendo con académicos españoles en USJ |
Pensar la
clase, dentro de la frontera del aula o de la propia institución o región parece
no ser la estrategia para generar los cambios transformacionales en la
educación superior, apalancados por la UNESCO, ni menos para formar
profesionales para un siglo lleno de desafíos e incertidumbres. Es más, a mi juicio, la
mirada monoterritorial no permite construir ecosistemas globales. A la inversa, la educación transfronteriza y
la armonización de sus estructuras académicas está incrementando la movilidad y
colaboración, a pasos agigantados, a nivel planetario. En este sentido,
visualizo los procesos de benchmarking
como factores críticos de éxito para el rediseño de los modelos educativos en
nuestra región.
Desde esta perspectiva,
creo que comprender la realidad de los territorios locales es un imperativo ético,
pero, comprender temas transfronterizos de la Agenda 2030, tales como, procesos migratorios,
educación sostenible, derechos humanos, flexibilidad curricular, infusión de soft skills,
integración de tecnología, flipeo de clase, multilingüismo e incorporación vertical del currículum, con ciertas
fuentes, es una necesidad ineludible. Así, este nuevo escenario educativo exige
abordar la educación superior desde la perspectiva del pensamiento complejo,
que, como sabemos, es multidimensional. Pero, ¿están las Instituciones de Educación Superior (IES) latinoamericanas preparadas para este mega desafío?
Ciertamente, uno observa interesantes progresos, sin constituir necesariamente flujos transversales y
continuos. De hecho, la noción de empleabilidad y su relación con la educación
superior está transmutando, a nivel global, para incluir nuevas competencias en el currículum,
basadas en la economía del conocimiento, cuyo pivote es precisamente el
conocimiento para empujar el avance de las naciones. Nuevamente, en este contexto global, ¿cuál es la definición conceptual y operacional de empleabilidad que manejan las IES de nuestra región?
Entonces,
repensar el currículum es considerar la globalización, en su conjunto, como un
proceso inevitable, que incrementa la productividad. En otras palabras, mientras
más globalizada sea una propuesta educativa más competitiva ésta se ve ante el
escrutinio internacional. Esto obliga a
las IES a establecer un marco para la
internacionalización del currículum, sin olvidar lo local (una suerte de enfoque glocal, que combina lo local con lo global), evaluar las
propuestas de otras universidades (benchmarking), renovar sus sitios web, con una versión en
inglés (como patrón lingüístico internacional) y visibilizarse (showcase), a nivel internacional, a través de sus académicos, en
diversos foros y congresos para el intercambio cruzado de experiencias y el
desarrollo de diversos joint ventures.
Desde esta cosmovisión, los beneficios de la internacionalización para las IES son enormes, tanto financiera como académicamente. Por ejemplo, los estudiantes internacionales podrían ofrecer una interesante oportunidad para levantar fondos. Lo mismo aplica para interesados en programas de postgrado. En lo académico, las IES incrementarían su reputación y calidad educativa, debido precisamente al incremento de la competencia internacional para atraer a estudiantes y académicos de otras latitudes. En definitiva, la internacionalización de la educación superior no es un tema para pensarlo, sino para materializarlo.