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Foto Pixabay |
El brote por coronavirus (COVID-19) ha creado una emergencia sanitaria
que ha impactado en cómo percibimos nuestro mundo y nuestra vida diaria. La
tasa de contagios y patrones de transmisión amenaza nuestra natural capacidad
para relacionarnos con otros, obligándonos a aplicar el llamado distanciamiento social. Dentro de este
contexto, hemos tenido que adaptarnos a nuevo escenario, sin dejar lado nuestra
necesidad de investigar. Es más, creo que se abren interesantes oportunidades
para investigar en distintas disciplinas y territorios. De hecho, observamos que varias instituciones privadas y públicas han
dado a conocer convocatorias para proyectos de diversa índole que permitan
atender la situación. En este mismo contexto, medios de comunicación académica
y científica se han unido, abriendo sus plataformas (antes privadas) para dar
cobertura y acceso a expertos e investigadores. Incluso, algunas revistas, que
cobran por acceso, han permitido consulta libre. Además, bibliotecas de todo el
mundo permiten el ingreso y consulta a través de Internet.
Igualmente, se conocen iniciativas como la de la Fundación Fiocruz que
diseñó una plataforma para apoyar la investigación alrededor de la pandemia,
empleando software libre. Además, varias revistas científicas han creado números
especiales sobre la pandemia. En América Latina, diferentes organizaciones
sociales se preocupan por analizar el fenómeno. De manera reciente, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), inauguró un observatorio social
del coronavirus denominado “Pensar la Pandemia”, donde prestigiosos
académicos, investigadores y pensadores de las ciencias sociales se han unido
para proponer miradas a la pandemia desde la educación, los procesos políticos
y sociales, el territorio y la cultura, entre otras dimensiones. Objetivamente, creo que todas las disciplinas tienen algo qué decir. Ciertamente,
los diseños de investigación necesitan acomodarse a la nueva normalidad. Así,
si teníamos pensado trabajar con personas in-situ,
ya no podemos hacerlo de esa forma. Ello nos obliga a buscar otras alternativas
de acceso a esos sujetos o a cambiar radicalmente nuestro enfoque original. Aquí,
la tecnología se ha convertido en nuestra gran aliada. Sin duda, con el apoyo
de la tecnología podemos llegar a grandes audiencias objetivas y, en la
práctica, hasta donde queramos llegar. A modo ilustrativo, actualmente me
encuentro realizando tres investigaciones: Una sobre usos de plataformas
tecnológicas en Chile en tiempos de COVID-19, otra síndrome de burn-out en profesionales de la salud y otra
sobre la Enfermería Basada en la Evidencia (EBE) en curso, también en Chile, con una muy
buena tasa de respuestas en todas. Lo más interesante es que, a pesar de la
contingencia, aún hay ánimo para colaborar con alguna investigación.
Como vemos, la investigación no se ha paralizado. Sólo ha cambiado el
diseño. Tampoco se han detenido los congresos internacionales. En su mayoría,
se ha transitado desde la presencialidad hacia la virtualidad. De hecho,
prontamente en junio 2020, estaré exponiendo mis resultados de una
investigación sobre Flipped classroom,
en un Congreso Internacional en la Universidad de Alicante, cuyo formato
presencial fue cambiado a virtual. También estaré presentando mis resultados de
una investigación en EBE, en un congreso disciplinar a realizarse en Oporto
(Portugal), que sigue a firme, pero, ahora en formato virtual. Entonces, todo parecer ser cuestión de adaptarnos y aprender a pensar fuera de la caja. Como muestra, encontré que, a nivel internacional, los proyectos de
investigación de grado y postgrado han seguido, cambiándose sólo el diseño. Es
más, ni siquiera la enfermería que es el lado de la salud más afectado por el
COVID-19 ha dejado de investigar. Así lo pude constatar el revisar el estado
del arte para mis investigaciones sobre burn-out
en personal sanitario y EBE. Por ejemplo, encontré una investigación sobre
salud mental en personal sanitario, realizada en China en pleno COVID-19. En este
estudio, participó un total de 1257 de 1830
sujetos contactados. De todos los participantes, 764 eran enfermeras (64,7%). Adicionalmente, encontré un artículo científico
sobre el cuidado de enfermería en pacientes con COVID-19, de una enfermera de
la Universidad de Maizales (Colombia).
A nivel nacional, encontré un estudio
sobre la situación del personal de salud por COVID-19, realizado por el Colegio
de Enfermeras de Chile. Fueron 559 enfermeras y
enfermeros (12% del universo APS), que laboran en Cesfam, postas rurales, SAPU,
centros comunitarios de salud familiar, salud mental y rehabilitación, quienes
respondieron esta consulta online
para informar sobre su situación. Es más, en mi propia investigación sobre EBE
en Chile, en menos de un mes, ya llevo 180 respuestas de enfermeras y enfermeros
de diversas ciudades del país. En suma, la evidencia parece indicar que las oportunidades para
investigar han incrementando notoriamente. Sólo necesitamos pensar fuera de la
caja.
Colaboraciones para mi investigación sobre Enfermería Basada en la Evidencia (EBE) aquí.