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Friday, February 15, 2013

Innovación Curricular: ¿Tarea pendiente en la docencia universitaria?

Resumen
 
En este artículo, analizo el tema de la innovación curricular desde un enfoque crítico-reflexivo, relevando la importancia de las características del docente, como propulsor, adoptador  e implementador de ideas de cambio  para el mejoramiento de los aprendizajes de los estudiantes, especialmente en el sector de la educación superior.
 
Palabras claves: innovación, cambio, mejoramiento, aprendizaje profundo, enfoque
 
Introducción
 
En muchas universidades privadas chilenas, aproximadamente el 85% de sus docentes no cuenta con formación en docencia universitaria: ingenieros, enfermeras, kinesiólogos, abogados, etc., que ejercen docencia si haber recibido una preparación formal para ello. Profesionales que transmiten conocimientos sin entender claramente las implicancias que sus formas de enseñar tienen en la formación profesional de sus estudiantes. Si a lo anterior agregamos la necesidad de formar desde un currículum por competencias para responder a las necesidades del mercado, nos encontramos con un escenario algo complejo en materia de calidad e innovación educativa. 
 
La situación parece tener matices distintos en las universidades pertenecientes al Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCH), en donde existen políticas de promoción de la innovación curricular, a  nivel nacional. Al respecto, a través del Fondo de Innovación Académica (FIAC)[1], que es un instrumento de adjudicación competitiva de recursos, estas instituciones pueden allegar fondos para incentivar actividades de fomento a la calidad e innovación académica, siempre y cuando dichas actividades estén alineadas con la planificación estratégica institucional. En realidad, desde la perspectiva de la concreción curricular, tanto a nivel macro como meso, estas universidades han recorrido un largo camino en comparación con sus homólogas privadas.
 
No obstante, a nivel del micro contexto educativo, y más específicamente en el ámbito del aula,  la situación aparentemente no ha cambiado significativamente, pues un gran número de docentes aún se aferra a la tradicional clase expositiva o magistral, que, como enfoque metodológico parece ser transversal tanto a docentes de universidades CRUCH como no CRUCH. Sin embargo, esta opción metodológica es contraria a la concepción de innovación sugerida por Rogers (2003), quien la entiende como una idea, práctica u objeto que es percibido como nuevo por parte de los individuos o unidades que lo adopten. Ahora bien, si aplicamos esta concepción al ámbito del currículum, aquello percibido como nuevo, es decir, el cambio curricular, debiera focalizarse en los enfoques de enseñanza, recursos para el aprendizaje, sistemas de evaluación, rediseño de programas, etc., que contenga elementos diferenciados de la norma o práctica actual. Es decir, no se trata de crear productos nuevos por crear, sino más bien de introducir aplicaciones nuevas a partir de los productos existentes y que aquellas se perciban como nuevas debido a que aún no han sido adoptadas, ni implementadas.
 
¿Qué es la Innovación Curricular?
 
Podríamos decir que la innovación curricular consiste en la implementación exitosa de nuevas ideas en cualquier aspecto del diseño y desarrollo curricular. Sin embargo, este cambio se manifiesta de manera distinta, según sea el nivel de concreción curricular que se trate, a saber, nivel macro, meso y micro, como se explica a continuación:
 
A nivel macro (enfoque prescriptivo, a nivel estatal), la innovación curricular se relaciona con los lineamientos que el estado impulsa para fomentar la calidad educativa. Por ejemplo, en Chile tenemos el Programa de Mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación Superior (MECESUP), que busca desarrollar las competencias necesarias en los estudiantes de la educación superior con el fin de aumentar la competitividad internacional, sostener el desarrollo económico y social, y asegurar que ningún talento se pierda por diferencias en las oportunidades de aprendizaje. También contamos con la iniciativa FIAC para el fomento de la calidad y la innovación académica. Por su parte, en los Estados Unidos existe la Agencia de Innovación y  Mejoramiento (Office of Innovation and Improvement: OII), que otorga fondos estratégicos para el mejoramiento de programas y prácticas docentes. Y muy recientemente, el Presidente Obama lanzó su campaña “Educate to Innovate" (educar para innovar), que busca mejorar la participación y rendimiento de los estudiantes norteamericanos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Esta campaña también cuenta con el apoyo de compañías líderes, fundaciones, instituciones sin fines de lucro y sociedades profesionales.
 
A nivel meso (toma de decisiones institucionales), de acuerdo al CRUCH, la innovación curricular constituye un proceso continuo y evolutivo para mejorar un proyecto formativo, que incluye implementación de mejoras en sus enfoques, contenidos y organizaciones, con el fin de preservar la calidad en la transferencia de conocimientos y desarrollo de la disciplina. En general, en este nivel, el liderazgo de la alta dirección es un factor crítico de éxito (FCE) para el fomento de la innovación curricular. Al respecto, es posible afirmar que los líderes efectivos tienen una clara comprensión del impacto positivo que tiene la innovación sobre el mejoramiento de los aprendizajes de los estudiantes.
 
A nivel micro (toma de decisiones del docente), podemos entender la innovación curricular como un proceso gestionado de cambios que son beneficiosos para el aprendizaje de nuestros estudiantes. En este sentido, podemos pensar en cambios a nivel de materiales de enseñanza-aprendizaje, estrategias de enseñanza-aprendizaje, sistemas de evaluación y rediseño curricular, entre otros, que sean percibidos como nuevos tanto por sus adoptadores como por sus beneficiarios directos. Es decir, mientras el cambio curricular no se perciba como un mejoramiento efectivo, no podríamos hablar de innovación curricular. Por tanto, este tipo de cambio tiene un profundo trasfondo cualitativo.
 
En términos generales, cuando hablamos de "proceso gestionado de cambios" implicamos varias fases, que, a su vez, suponen cambios en la conceptualización de la innovación, que podrían ser:
 
  • Currículum intenciado o declarado: modificaciones significativas en los contenidos de los programas académicos en comparación con el currículum actual.
  • Currículum enriquecido: diseño y desarrollo de recursos para el aprendizaje e implementación de estrategias metodológicas que agregan valor al currículum actual.
  • Currículum implementado o real: planificación de clases y actos pedagógicos que se diferencian significativamente de la situación actual.
  • Currículum experimentado: constatación de las nuevas experiencias de aprendizaje experimentadas por los estudiantes en el aula como resultado de la innovación.
 
Tipos de Innovaciones
 
Dependiendo del nivel de concreción curricular, podemos señalar que podrían ocurrir, entre otras, las siguientes innovaciones:
 
  • Diseño curricular por competencias;
  • Rediseño de programas académicos;
  • Integración de sistemas de créditos transferibles (SCT);
  • Autonomía en la selección e implementación de materiales didácticos;
  • Diseño y desarrollo curricular basado en temas;
  • Uso flexible del tiempo curricular;
  • Infusión de nuevos enfoques al currículum ;
  • Énfasis en el desarrollo de habilidades cognitivas;
  • Integración de nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTIC);
  • Fomento al aprendizaje experiencial (p. ej.: aprendizaje dual, aprendizaje-servicio);
  • Gestión de agrupamientos en actividades de aula (p. ej.: enseñanza en equipo); y
  • Énfasis en sistemas de evaluación auténtica.
 
Aprendizaje Profundo e Innovación Curricular
 
La literatura especializada señala que toda propuesta curricular innovadora debe centrarse en la promoción del aprendizaje profundo. Según Fry et al. (2003), este tipo de aprendizaje está asociado con aprendices que intentan relacionar ideas y conceptos subyacentes para construir sentido a través del estudio personal. También se incluye en este enfoque a aquellos aprendices que abordan la tarea de leer con una clara intención de comprender, interactuando con el contenido de lo que leen (Entwistle, 1998). En este punto conviene precisar que uno de los principales exponentes del aprendizaje profundo ha sido Ference Marton, de la Universidad de Gotemburgo. Aún más, teóricos del aprendizaje profundo sostienen que las habilidades para resolver problemas se ven considerablemente incrementadas a través de enfoques de aprendizaje profundo y restringidas a través del aprendizaje superficial (Marton & Säljö, 1997).
 
Lo anterior supone tener, por lo menos, un entendimiento intuitivo de las teorías constructivistas del aprendizaje humano, que se focalizan en la construcción del conocimiento y que influyen naturalmente en la forma en cómo nuestros estudiantes piensan, actúan y sienten. Por tanto, cabe preguntarse, ¿son los docentes totalmente conscientes de esta realidad? Mi tesis es la siguiente: Los docentes efectivos son quienes emplean prácticas pedagógicas activas para promover el aprendizaje profundo en sus estudiantes, y son estos docentes, no otros, quienes tienen la capacidad de realizar innovaciones curriculares. Al respecto, desde mi propia práctica observo que muchos de mis pares docentes son reacios a intercambiar abiertamente sus concepciones sobre la educación y/o a compartir sus ideas de cambio. Por tanto, desde esta vereda, no es posible evidenciar experiencias de innovación, pues para ello se debe socializar. Tampoco es posible promover una cultura de la innovación, ya que ello implica grandes esfuerzos sistémicos. Aún más, en el plano formativo, observo con preocupación que muchos de mis estudiantes de postgrado, quienes son docentes en ejercicio activo, evidencian serias dificultades a la hora de elaborar proyectos de innovación curricular, como parte de sus asignaciones académicas. Falta, a mi juicio, ponerse en la vereda del innovador: pensar como tal y actuar como tal.
 
Modestamente, soy de la opinión que los docentes innovadores son aquellos que, debido a su aguda capacidad observacional, son capaces de darse cuenta de la necesidad de introducir cambios curriculares para mejorar la calidad educativa. Es más. Se trata de docentes inquietos y atrevidos que saben qué, por qué, cuándo, y cómo innovar y que, además, no ceden ante posibles barreras culturales, perseverando hasta lograr las alianzas que sean necesarias para hacer efectiva su innovación. Adicionalmente, podríamos señalar que un docente innovador presenta las siguientes características distintivas:
 
  • Promueve en sus estudiantes la capacidad de retener el conocimiento para aplicarlo en distintos contextos y situaciones;
  • Prepara a sus estudiantes para el éxito laboral a través del desarrollo de habilidades para el siglo XXI, tales como pensamiento crítico, resolución de problemas, y colaboración;
  • Motiva a sus estudiantes, creando experiencias de aprendizaje auténtico a través del contenido académico;
  • Involucra a sus estudiantes en el aprendizaje activo mediante la interacción con los demás;
  • Planea actividades para desarrollar el pensamiento independiente, crítico y analítico de sus estudiantes;
  • Modifica las condiciones en que ocurre el proceso de enseñanza-aprendizaje, aplicando diversos enfoques pedagógicos;
  • Evita la tradicional clase frontal, introduciendo actividades y materiales que requieran que sus estudiantes se involucren en el trabajo colaborativo;
  • Integra el uso intensivo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTIC) en sus propuestas curriculares y asignaciones académicas;
  • Promueve y modela el aprendizaje por indagación como práctica permanente orientada a fortalecer la metacognición; y
  • Crea instancias de evaluación del desempeño con el propósito de desarrollar la capacidad  transferencial de sus estudiantes.

Las prácticas docentes efectivas dicen relación con estimular el aprendizaje profundo de los estudiantes, lo cual supone contar con docentes inspirados y abiertos a modificar sus modelos mentales y enfoques instruccionales. Sin embargo, el concepto de “cambio curricular”, como proceso de renovación, con alto involucramiento institucional y personal, parece no estar totalmente instalado en el sector educativo nacional, en general. Lo anterior se evidencia fácilmente cuando analizamos la cultura organizacional de la institución educativa, en donde prestamos servicio y, de manera muy importante, cuando reflexionamos sobre el contenido del discurso que emerge de las conversaciones informales con nuestros pares.
 
Por otra parte, no nos estamos negando a la posibilidad que haya docentes innovadores. Simplemente, estamos planteando que la innovación curricular, como acción relevante del mejoramiento educativo, debe palparse en todas nuestras actuaciones académicas. Es más. Puede haber docentes que desplieguen prácticas innovadoras en el aula, sin que ni siquiera se den cuenta de ello y, por tanto, sean incapaces de expresarlo en su discurso. Por lo demás, a nivel universitario, los docentes no son muy proclives a compartir sus prácticas. Esto se evidencia en los temas que normalmente traen a colación en las conversaciones informales que se oyen en pasillos y salas de profesores. El llamado celo profesional impide a muchos compartir sus experiencias o buscar colaboración entre sus pares, excepto cuando algunos se atreven a escribir sobre ellas y/o presentarlas formalmente en coloquios, congresos y seminarios disciplinares.
 
Algunas recomendaciones:
 
A continuación comparto con mis colegas docentes algunas recomendaciones relacionadas con acciones de innovación curricular. Por cierto, no se trata de una lista inclusiva. Cuando trate de innovar, tenga en cuenta:
 
  • Incluir en su planificación de clases actividades que promuevan el aprendizaje profundo en sus estudiantes;
  • Crear un banco de actividades y recursos que haya probado en otros contextos o que piense que funcionarán efectivamente como propulsores del aprendizaje profundo;
  • Implementar una estrategia para compartir sus experiencias innovadoras con sus colegas y así incentivar a otros a innovar;
  • Integrar el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTIC) en sus propuestas curriculares;
  • Compartir sus ideas de innovación curricular con sus colegas, buscando en ellos colaboración; y
  • Registrar sus buenas prácticas docentes y socializarlas para así fomentar una cultura de la innovación en su institución.
 
Algunas preguntas para la reflexión:
 
Finalmente, y desde el enfoque de reflexión en la práctica, planteo algunas preguntas que pudieran servirle para modificar sus modelos mentales:


  1. La tecnología es esencial en la creación y fomento de una cultura de la innovación. Sin embargo, los docentes son los principales conductores y propulsores del proceso formativo. Al respecto, ¿por qué no intenta sumarse a la innovación, agregando valor a lo que ya conoce para mejorarlo?
  2. Cuando rompemos con la rutina, surgen rápidamente nuevas ideas. Si usted se da cuenta que su clase necesita un cambio, ¿por qué no la reestructura o busca ayuda en los demás?
  3. Muchos de nuestros colegas podrían esconder recursos pedagógicos muy efectivos. Entonces, ¿no sería más conveniente acercarse a ellos y tenerlos como socios estratégicos permanentes para mejorar los aprendizajes de nuestros estudiantes?
  4. Muy a menudo en nuestro comportamiento nacional ponemos el acento en aquello que sale mal. Aún más, el llamado chaqueteo, concepto que hemos acuñado en nuestro país, consiste en estimular el descenso en cualquier cosa que hagamos. Sin embargo, ¿no sería mejor que nos focalizáramos en nuestras mejores prácticas y estimuláramos a quienes destacan por algún emprendiemiento innovador?
En síntesis, en el plano del desarrollo docente, la innovación curricular exige contar con profesionales de la educación capaces de percibir la necesidad de realizar los cambios curriculares, que sean necesarios para mejorar los aprendizajes. Por tanto, supone partir con una hipótesis de trabajo, a través de la cual se entregue a los estudiantes ciertos recursos para que se produzcan ciertos cambios evidentes en su comportamiento. Implica además determinar qué, por qué, cuándo y cómo innovar, aspectos que, a su vez, demandan al docente investigar y abrirse a compartir sus ideas, buscando colaboración entre sus pares y superiores. Así, la innovación curricular es una acción de cambio para el mejoramiento de la calidad educativa, que todos pueden imaginar, pero que sólo algunos pueden implementar.
 
Referencias Bibliográficas
 
CRUCH. Innovación Curricular. [en línea]. Disponible en: http://www.consejoderectores.cl/innovacion_curricular/index.php
Entwsitle, N. (1998). La Comprensión del Aprendizaje en el Aula. Barcelona: Ediciones Paidós.
Fry, H., Ketteridge, S. y Marshall, S. (2003) (EDs.). A Handbook for Teaching and Learning in Higher Education: Enhance Academic Practice. Glasglow-Great Britain: Bell & Bain Ltd.
Markee, N. (1997). Managing Curricular Innovation. Cambridge: Cambridge University Press.
Marton, F., y Säljö, R. (1997). Approaches to Learning. In F. Marton, D. Hounsell & N. Entwsitle (Eds.), The Experience of Learning: Implications for Teaching and Studying in Higher Education (2nd ed.) (pp. 39-58). Edinburgh: Scottish Academic Press.
MINEDUC. ¿Qué es el FIAC? [en línea]. Disponible en: http://www.mineduc.cl/index2.php?id_portal=59&id_seccion=3599&id_contenido=14964
Rogers, E. M. (2003). Diffusion of Innovations (5th ed.). New York: Free Press.





 

[1] Sus ejes son: Formación de Capital Humano Avanzado; Renovación Curricular del Pregrado; Innovación Académica; Mejoramiento de la Gestión Académica.

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